Japón, 1605. Tras un largo periodo de guerras, la victoria del primer sogún Tokugawa en la batalla de Sekigahara ha traído por fin la paz a todo el país. En la antigua capital de la provincia del clan Date, sin embargo, un suceso tenebroso ha alterado la tranquila vida de sus gentes: los cerezos han florecido con brotes de
Sinceramente no me apetecía nada leerme este libro pero, claro está, no podía negarme a mi buen amigo Buscatrufas el topo, que me lo trajo de su pequeña biblioteca ilusionadísimo. Así que le prometí leérmelo, pero tardé una semana en comenzarlo de verdad.
La verdad es que me gustó. Los personajes están muy bien definidos, quizás siguen unos estereotipos demasiado utilizados:
Aki, adolescente huérfano de padre que no encuentra su lugar en el mundo.
Ichiro, el amigo bonachón y gordo que les acompaña a pesar de haberle sido dicho lo contrario.
Miyamoto, maestro misterioso que guarda grandes secretos que no revela y sabe más de lo que parece.
Takeshi, viajero que se encuentran por el camino que parece minusválido (es cojo) pero resulta ser un gran guerrero con gran sabiduría.
Pero me ha gustado bastante, a pesar de haberme perdido de vez en cuando con tantos nombres al estilo Urugashe, Tukuyaki, Kekasai y eso... Japón está muy bien ambientado, aunque soy incapaz de imaginarme a los protagonistas, al menos a Aki y a Ichiro, con los ojos rasgados. ¡Totalmente incapaz! Me ha gustado mucho la profundidad de los conocimientos sobre los samuráis, la mitología japonesa sobre demonios y el tipo de vida de aquella época, y ahora que sé que hay una segunda entrega me lo leeré, por supuesto.
En fin, un libro medio, le daría un seis y medio sobre diez, pero con el que te entretendrás y llegarás a coger cariño a los personajes.
Ya sabéis: leedlo, comentarlo y aconsejado sobre nuevos libros. Ahora me marcho que la tetera está hirviendo, con lo que me gusta a mí el te de Hierbabuena...
Sr Tumnus
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